jueves, 18 de julio de 2013

La escasez de agua dulce, un problema severo en una o dos generaciones


La escasez de agua dulce es hoy en día un serio problema para la Humanidad. El planeta cuenta con una población de casi 7.000 millones de personas. Casi una quinta parte, unos 1.200 millones de personas, viven en zonas de escasez física de agua, otros 500 millones están rondando ya esa consideración y 1.600 más sufren escasez económica del preciado líquido. La escasez se mide por la relación entre la cantidad de agua y el nivel de población. Se habla de estrés hídrico cuando el suministro anual de agua cae por debajo de los 1.700 metros cúbicos por persona, de escasez cuando ese baremo cae por debajo de los 1.000 metros cúbicos, y de escasez absoluta cuando llega a menos de 500 metros cúbicos.

Es algo evidente, pero no conviene olvidar que el agua es un recurso indispensable para la vida. Esa última consideración es la clave de este debate, pues no existe un sustituto para el agua dulce. Los datos anteriores proceden de un informe elaborado por el Departamento de Asuntos Sociales y Económicos de las Naciones Unidas, publicado en junio de este 2013. Entre sus conclusiones destaca la predicción de que hasta 1.800 millones de personas podrían vivir en regiones de escasez absoluta de agua en el año 2025, y que el cambio climático tal y como se percibe en la actualidad permite augurar que en 2030 casi la mitad de la población mundial habitará en zonas de estrés hídrico, incluyendo hasta 250 millones de personas en África, el continente más seco. "El uso del agua ha venido creciendo a más de dos veces la tasa de crecimiento poblacional en el último siglo", explica.

No existen conclusiones definitivas en esta materia, puesto que algunos expertos creen que el agotamiento del agua dulce es hoy por hoy una posibilidad impensable y otros, en número creciente, consideran que es un riesgo que es necesario calcular cuanto antes. Lo que sí parece claro es que hay una preocupación evidente entre la comunidad científica, una conclusión lógica tras el congreso celebrado en mayo en la ciudad alemana de Bonn, organizado por el Proyecto Sistema Global delAgua (Global Water System Project) en el Centro de Investigación para el Desarrollo de la Universidad de Bonn, al que acudieron medio millar de expertos. Dicho congreso llevaba por título Agua en el Antropoceno. Este nombre, cada vez más frecuente entre la comunidad científica, hace referencia al periodo geológico iniciado tras la última era glacial, hace unos 11.500 años, cuando la humanidad comenzó a expandirse por todo el planeta, modificándolo a gran escala.

Del Congreso salió la Declaración de Bonn, en la que se calcula que la escasez de agua podría llegar a alcanzar niveles críticos en una o dos generaciones, cuando la población mundial alcanzará los 9.000 millones de personas. El texto recoge las conclusiones esenciales del Proyecto, en que los científicos llevan trabajando desde 2004. Así, lo que se propone para frenar los efectos de la escasez de agua es una agenda que haga converger los objetivos de científicos, políticos y gestores, que se adopte un enfoque multidisciplinar en la investigación para entender el sistema hídrico global, que se realicen estudios de síntesis sobre el agua dulce para desarrollar evaluaciones de riesgo y estrategias de protección de los sistemas de agua, la mejora de las redes de observación por satélite del medio ambiente, que se consideren las alternativas basadas en los ecosistemas frente a las costosas soluciones estructurales ante el cambio climático y que las instituciones que se ocupan del agua desarrollen soluciones innovadoras.

La clave que destaca la Declaración de Bonn es que la escasez de agua es un mal autoinflingido y, por tanto, evitable. En dicha Declaración, se recuerda que la humanidad usa un área del tamaño de América del Sur para sembrar sus cultivos. El informe Escasez mensual global del agua: Huella del agua dulce versus disponibilidad del agua dulce explica que el 94 por ciento del impacto hídrico de la humanidad está relacionado con la agricultura y que la de riego merma las fuentes de agua mucho más que las ciudades o las industrias. "Muy pronto tendremos que producir más alimentos con menos agua", dice Arjen Hoekstra, catedrático en administración del agua y coautor de este informe junto a Ashok Chapagain, principal asesor sobre agua de la WWF Reino Unido.


A la luz de las conclusiones de estos y otros muchos informes sobre la materia, es obligado que la humanidad cambie su comportamiento sobre el uso del agua dulce para evitar que se convierta en una crisis mayor. Y es que ya en la actualidad son muchos los problemas derivados de la acción humana que hay en la utilización de este valioso recurso natural. La humanidad mueve más rocas y sedimentos, en acciones como la minería, las infraestructuras costeras y las presas, que la erosión natural conjunta de hielo, viento y agua. La explotación de pozos de agua y pozos petrolíferos a poca altitud sobre el nivel del mar está provocando que dos tercios de los principales deltas de los ríos se estén hundiendo, a una velocidad incluso cuatro veces superior a la elevación del nivel medio del mar. Y las grandes inundaciones fluviales de los últimos tiempos están relacionadas con actividades humanas. Hay muchos más, pero esos son unos ejemplos más que contundentes para estudiar a fondo el problema.

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