No hay en todo el mundo una obra de ingeniería civil
relacionada con el agua que haga sombra al Gran Canal de China. Es el canal
artificial más largo que hay en el planeta, con sus 1.794 kilómetros. Es
también conocido como Gran Canal Pekín-Hangzhou, debido a que esas dos son las
ciudades chinas que conecta. El origen de esta gigantesca obra data nada menos
que del año 605, y fue una orden del emperador Yang Guang, de la dinastía Sui.
En su curso, cruza las provincias de Hebel, Shandong, Jiangsu y Zhejiang,
uniendo los ríos Amarillo y Yangtze.
Esta obra, reconocida por la UNESCO y enorme atractivo turístico del país, se divide hoy en siete
secciones: Jiangnan, Li, Zhong, Lu, el canal Sur, el canal Norte y el río
Tonghui. Aunque el canal estuvo completamente operativo hasta el siglo XIX,
actualmente sólo un tramo es navegable debido a que las modificaciones que se
fueron haciendo en la estructura produjeron inundaciones y un severo deterioro.
Por ello, el uso primordial de algunos tramos es el de contener aguas residuales,
o incluso para transportar materiales como el carbón. Se calcula que estas aguas
acogen el tránsito de unos 100 millones de toneladas de carga al año. A los
largo de sus más de 1.700 kilómetros se distribuyen 24 compuertas y 60 puentes.
La segunda obra de estas características más larga del mundo
es el Canal Karakum, en Turkmenistán. Sus 1.375 kilómetros hacen de este el
canal más largo de irrigación y suministro de agua que se mantiene completamente operativo.
Su construcción se extendió entre 1954 y 1988, transportando 13 kilómetros
cúbicos de agua al año del río Amu-Darya atravesando el desierto de Karakum. Se
estima que las deficiencias que sufre hace que se pierda aproximadamente la
mitad del agua que transporta por las fisuras en su construcción, lo que ha
provocado que surjan lagunas alrededor de su curso y una excesiva salinización
de la tierra. El Karakum es también responsable de la radical reducción del mar
de Aral hasta perder el 80 por ciento de su volumen.
En la tercera posición de este ránking está el canal de
Saimaa, que se encuentra en Rusia y Finlandia. Sus 814 kilómetros de extensión
conectan el lago finlandés del mismo nombre y el Golfo de Finlandia. Fue
construido en el siglo XIX, entre 1845 y 1856. Al poco de cumplir cien años, en la segunda mitad del siglo XX, se
amplió para llegar a conectar mediante canales interiores un total de 120
lagos. La estructura, atravesada por doce puentes para vehículos motorizados y
otros dos para la línea de ferrocarril, presenta un gran desnivel, compensando
con otro esclusas de entre 5,5 y 12,4 metros. Otra de sus peculiaridades de
este lago es que da nombre a una de las pocas especies de foca de agua dulce.
Continuando con el ránking de los diez canales artificiales
más largos del mundo, en la cuarta posición está el canal Eurasia (700
kilómetros, conecta el Mar Caspio y el Mar Negro); en la quinta, el Canal de
Erie (584 kilómetros en la zona de los Grandes Lagos norteamericanos); en la
sexta, el Grand Union (sus 461 kilómetros unen Londres y Birmingham); en la
séptima, el Nara (364 kilómetros en Pakistán); en la octava el canal de
Ródano-Rin (349 kilómetros que unen estos dos ríos franceses, conectando el mar
del Norte y el Mediterráneo); en la novena, el canal Marne-Rin (tambiénm en
Francia, de 313 kilómetros); y cierra esta lista en la décima posición el canal
Leeds-Liverpool (204 kilómetros que atraviesan los Peninos, la cordillera
conocida como la espina dorsal de Inglaterra).
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