El agua es un bien natural que la humanidad aún no ha
conseguido reproducir de una manera artificial. Pero para solucionar este problema no dejan de estudiarse
vías. Una de ellas, al menos una parte de la iniciativa, es el proyecto MELiSSA.
Este nombre es el acrónimo de Micro-Ecologial Life Support System Alternative,
lo que traducido al español sería Sistema Alternativo de Soporte de Vida
Micro-Ecológico. Este proyecto arrancó desde la Agencia Espacial Europea en el
año 2009 para estudiar el funcionamiento de los ecosistemas artificiales y, al
mismo tiempo, desarrollar la tecnología necesaria que permita crear un soporte
de vida que facilite misiones espaciales tripuladas de larga duración, como por
ejemplo el establecimiento de una base en la Luna o el ansiado viaje tripulado
a Marte que por ahora sólo forma parte de las historias de ciencia ficción.
Pero este proyecto puede ayudar a objetivos mucho más
terrenales y uno de ellos tiene que ver con la escasez de agua. En MELiSSA trabajan científicos belgas (de la Universidad deGante, la SCK y VITO), franceses (de la Universidad de Clermont-Ferrand y SHERPAEnginerring), canadienses (de la Universidad de Guelph) y españoles. Estos últimos
están dirigidos por Francesc Gòdia, profesor de Ingeniería Química de la
Universidad Autónoma de Barcelona. En declaraciones a El Confidencial, Gòdia se
mostró convencido de que los éxitos del proyecto ayudarán a paliar, al menos
parcialmente, problemas como la escasez de alimentos por la pobreza del terreno
de cultivo o la falta de agua potable.
"La visión de la investigación no debe ser únicamente a
corto plazo, sino que debe combinarse con elementos a largo plazo, que por el
hecho de que son más exigentes y difíciles de realizar van a exigir un mayor
esfuerzo de innovación y por tanto un mayor potencial de elementos realmente
rompedores", explicó. Lo que se busca en el proyecto MELiSSA es la
recuperación de la biomasa comestible a partir de los residuos, del dióxido de
carbono y de los minerales usando la luz como fuente de energía para favorecer
la fotosíntesis biológica. El experimento, que todavía tardará algunos años en
dar resultados para su objetivo principal de sostener la vida en misiones
espaciales, se realizará en una nave industrial en las afueras de Barcelona,
que sirve como planta piloto para la investigación.
Lo que se está buscando en este proyecto es la creación de
un ciclo ecológico cerrado en el que se puedan producir alimentos, regenerar
una atmósfera respirable, potabilizar el agua y, al mismo tiempo, tratar los
residuos. Para el proceso son necesarios cinco compartimentos. Pasando de uno a
otro, las bacterias procesan los residuos orgánicos sin luz ni oxígeno para
convertirlos en ácidos grasos volátiles, amonio y minerales. Estos pasan a ser
dióxido de carbono y minerales, que después se convierten en nitratos,
principal fuente del nitrógeno de las plantas del cuarto compartimento, que son
las que generan el oxígeno y el agua por medio de la fotosíntesis y la
transpiración. En la prueba piloto de MELiSSA, el quinto compartimento no lo
ocupan seres humanos sino ratas. Y si el proyecto tiene éxito, la Humanidad estará un poco más cerca de encontrar vías de que el agua deje de ser un problema en ciertas zonas del planeta.