Estocolmo, en Suecia, acogió entre el 31 de agosto y el 5 de
septiembre la 24ª edición de la World Water Week, la Semana Mundial del Agua.
Las jornadas de este año batieron el récord de asistencia, con más 3.000
participantes procedentes de 140 países en los numerosos foros y conferencias
que formaron parte del evento. Como todos los años, la organización corrió a cargo
del Stockholm International Water Institute, una plataforma en la que colaboran
más de 200 organizaciones. Esta cita, una de las más importantes que afectan al
agua en todo el mundo, comenzó a celebrarse en el año 1991 y asumió
oficialmente el nombre de World Water Week en 2001. Cada edición está centrada
en una materia, y la de la edición de 2014 era la relación entre la energía y
el agua.
"A menos que se apuntale el suministro seguro de energía y
agua, no podremos tener una sociedad altamente productiva”, dijo el profresor
Briscoe, de la Universidad de Harvard y Premio Laureate en la edición de 2014
de la World Water Week. “Hace cuarenta años, China decidió que la única salida
de la pobreza era convertirse en una sociedad altamente productiva, y en el
corazón de este asunto estaba la búsqueda de agua y energía”, añadió. “¿Cómo se
puede reducir la pobreza en el mundo sin acceso a la energía? No es posible”,
dijo el doctor Kandeh Yumkella, representante especial de la ONU en materia de
energía. Según explicó, uno de los desafíos actuales es mantener los lazos
entre agua, energía y producción de comedia en las estrategias de los países en
desarrollo.
Torgny Holmgren,
director ejecutivo del Stockholm International Water Institute, coincidió con
Yumkella teniendo en cuenta que las previsiones hablan de un crecimiento del 55
por ciento en la demanda de agua entre los años 2000 y 2050 y que la de energía
crecerá al 50 por ciento sólo en la próxima década. “Toda solución a los
desafíos del agua ha de ser una solución local”, aventuró el profesor Briscoe, convencido de que “una solución para Estocolmo no es una solución para
Malmö, como una para Malomö no sirve para Mumbai”.
Una encuesta realizada por Global Electricity Iniciative
(GEI), que se dio a conocer en el marco de estas jornadas, revela que la escasez de agua es la segunda mayor preocupación para
los altos ejecutivos de las compañías energéticas que operan a nivel mundial,
citada por el 60 por ciento, y sólo por detrás de la la carencia de suelo,
apuntada por el 75 por ciento. “Todos sabemos que habrá que luchar por la
disponibilidad de agua en el futuro y necesitamos actuar ahora para establecer
la prioridad de quiénes pueden usarla antes de que sea demasiado tarde”,
explicó Philippe Joubert, presidente del GEI.
En la World Water Week se puso de manifiesto que no hay
ningún mecanismo de control de la seguridad del agua que bebemos a nivel
mundial y eso provoca que haya unos 1.800 millones de personas que consuman
agua contaminada. “Cuando los gobiernos te dicen que son unos héroes de los Objetivosde Desarrollo del Milenio (de la ONU) porque han reducido a la mitad el número de personas
sin acceso a agua y sanidad les digo que no es suficiente”, explicó Catarina de
Albuquerque, enviada especial de Naciones Unidas para la seguridad del agua potable,
porque, según explicó, no se mide la calidad de esa agua que se consume, sólo
su impacto. “Eso justifica la inacción, como si el gobierno pensara que no hay
nada más que hacer cuando alcanza el objetivo”, añadió.
El doctor Birguy Lamizana puso el énfasis en la importancia
de que se deje de percibir la inversión en el trato de aguas residuales como “una
pérdida de dinero y energía sin compensación” porque, recordó, “cuanto más se
reutilice el agua residual, más se libera el agua fresca y más trabajo se
crea”. Más sobre agua y energía, se habló sobre los efectos que el fracking
puede tener sobre el suministro de agua, dado que hay muchos más países incentivando
la extracción de gas que los que están prohibiendo esta práctica. “Su
desarrollo comercial sólo se ha producido en Estados Unidos y Canadá”, explicó
Paul Reig, representante del World Resources Institute, que recordó que el 84
por ciento de las reservas de gas se encuentran fuera de esos dos países
norteamericanos y que “el 38 por ciento de los países con las mayores reservas
están en áreas con una gran presión sobre el agua”.