El ahorro de agua es esencial. Lo es, por supuesto, por
razones medioambientales, puesto que el agua es un bien irremplazable en la
naturaleza y no existe un sustituto en el consumo humano. Pero lo es también
por cuestiones económicas, algo que se ve especialmente en situaciones de
crisis como las que vivimos actualmente. El recibo del agua es uno de los más
importantes en el hogar, y por eso siempre es útil saber en qué ámbitos se
puede economizar con bastante facilidad. Aunque el cálculo de los litros de
agua que se pueden ahorrar es muy variable y depende del uso que haga cada
persona, aquí van unos consejos en diez campos cotidianos en los que se puede
lograr la misma efectividad con menos agua.
· La ducha. Una de las medidas de ahorro más conocidas es la
sustitución del baño por la ducha. Hay cálculos de todo tipo, pero algunos
hablan de un ahorro de hasta 30.000 litros anuales. Ayuda reducir el tiempo de
la ducha y dejarlo en unos cinco minutos, un tiempo suficiente, o cerrar el grifo mientras nos
enjabonamos. Como medida auxiliar, en la playa se puede prescindir del uso de
las duchas comunitarias y realizar esta tarea en casa o en el hotel.
· La cisterna del inodoro. Cuando se utiliza el inodoro, no
siempre es necesario vaciar la cisterna para mantener las mínimas normas de
higiene. Muchos inodoros ya tienen un sistema de doble capacidad que permite
ajustar su uso, pero para los más antiguos hay una solución casera muy
práctica: colocar dos botellas cerradas dentro de la cisterna que dejen su capacidad aproximadamente en la mitad. Además, es útil
tener una papelera en el servicio, para así no dar ese uso al inodoro.
· Los grifos y el aseo. Es importante arreglar cuanto antes
las fugas que se detecten en grifos y cañerías. Si de alguno de ellos salen
diez gotas por minuto, estamos desperdiciando 5.000 litros de agua al año. Si
cerramos el grifo mientras nos lavamos los dientes, podemos ahorrar entre cinco
y quince litros. Si lo hacemos durante el afeitado, se puede evitar el
despilfarro de hasta 400 litros a la semana.
· El riego. Para regar nuestras plantas, tiestos y jardines,
lo mejor es escoger las primeras o las últimas horas del día. Si lo hacemos en
las horas de sol, en las de mayor calor del día, hasta el 30 por ciento del agua que usamos se evapora sin haber cumplido su función. Además, es importante tener
plantas autóctonas, porque al estar adaptadas a nuestro clima consumen menos
agua.
· Lavadora y lavavajillas. Estos aparatos consumen una gran
cantidad de agua, por lo que es importante no usarlos hasta que no se hayan
llenado. Cuando estos aparatos tienen la etiqueta ecológica y de eficiencia A,
pueden llegar a ahorrar hasta el 50 por ciento, tanto de agua (hasta unos 3.700
litros al mes) como de electricidad. En el caso del lavavajillas también es
aconsejable aclarar los platos antes de introducirlos para poder usar así
programas económicos con buen resultado y no colocar en su interior grandes
utensilios que se puedan lavar a mano. El lavavajillas, eso sí, ahorra un diez
por ciento con respecto al lavado manual.
· Descongelar alimentos. Todavía es una práctica extendida la
de descongelar alimentos mediante el agua del grifo. Cada vez que se hace se
despilfarran quince litros de agua. Siendo previsores, podemos descongelarlos
colocándolos en la nevera, e incluso sin serlo puede bastar con un tiempo sobre
la encimera de la cocina. Para casos urgentes, los microondas tienen ya desde
hace años integrada la función descongeladora, aunque en esta caso consumimos
una energía que puede considerarse innecesaria.
· El lavado del coche. Lo mejor es acudir a lavaderos
automáticos, los que hay en cualquier gasolinera o estación de servicio, que ya están adaptados para el uso eficiente del agua. Y si es
posible, mejor ir a uno que utilice agua reciclada, porque el ahorro de líquido
es aún mayor. En caso de que lavemos el coche en nuestra plaza de garaje o en
la calle, es mucho mejor hacerlo con un cubo que con una manguera, porque el
ahorro así puede ser enorme: con el cubo se pueden gastar unos 40 litros y con
la manguera unos 500.
· Aire acondicionado. Los aparatos de refrigeración también
nos dan una posibilidad de darle al agua un doble uso. Si se tiene la
opción de recoger el agua condensada por el aparato durante su uso, y aunque este líquido
no es apto para el consumo humano por la falta de minerales, ésta se puede
reutilizar por ejemplo para el riego de las plantas. Sin cloro y sin cal, es muy similar al
agua de lluvia. Con este sistema, se pueden conseguir unos diez litros de agua.
· Calentar o enfriar el agua. Cuando queremos que esté
caliente para el aseo, dejamos correr el agua, desaprovechando una importante
cantidad que se puede recoger en cubos o barreños para darle otro uso. Cuando
queremos que salga fría para su consumo, hacemos lo mismo. Esto último se
puede evitar muy fácilmente, teniendo siempre una botella de agua en el
frigorífico.
· Dispositivos ahorradores. Todos los grifos de la casa son
susceptibles de tener un dispositivo que reduzca el consumo. Los reductores de
caudal limitan el flujo pero mantienen la presión. Los atomizadores mezclan el
agua con aire manteniendo la misma sensación pero usando menos líquido. Estos
aparatos no tienen un coste muy elevado y se pueden encontrar por menos de diez
euros y el ahorro puede llegar a ser de hasta el 50 por ciento.