¿Agua embotellada o agua del grifo? ¿Qué es mejor para
nuestra salud? ¿Qué es más barato? ¿Cuál de las dos es la que más nos conviene?
Son preguntas que tienen una difícil respuesta y que normalmente se va
conociendo sólo parcialmente, según aparecen estudios o artículos específicos
que inciden en un aspecto u otro de este debate, de compleja resolución porque
el agua embotellada y la del grifo son productos completamente diferentes y
porque no parece existir un análisis general que alerte de los riesgos y de los
beneficios de cada una de ellas de una forma definitiva. Por eso, lo más que se
puede hacer es destacar las diferencias y dejar en manos del consumidor la
elección por una u otra.
Como explica el doctor Francisco Maraver, presidente del
Comite Científico del Instituto de Investigación Agua y Salud (IIAS) y director
de la Escuela Profesional de Hidrología Médica de la Universidad Complutense deMadrid, el agua mineral es apta para el consumo humano en su estado original,
mientras que el agua del grifo ha de someterse obligatoriamente a tratamientos
de desinfección para garantizar su seguridad. Por tanto, la legislación que
regula ambas aguas es diferente. La embotellada es un producto alimentario,
regido por las normas de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, mientras
que el agua del grifo es competencia de la administración sanitaria autonómica
correspondiente.
Un estudio publicado en 2013 en la revista Annals ofAllergy, Ashtma & Immunology explica que los altos niveles de
diclorofenoles, un producto químico que se usa en pesticidas y para tratar el
agua del grifo, se pueden asociar en el ser humano a las alergias alimentarias
y ambientales. Este estudio, no obstante, rechaza el agua embotellada como la mejor
alternativa. Y no es el único. En 2007, la nutricionista Cynthia Sass expuso en
la convención anual de Salud y Forma Física del American College of Sports
Medicine de Dallas que "el agua embotellada no merece el halo nutricional
que la mayoría de la gente le da, creyendo que es pura", e incluso alertó
de que el 25 por ciento del agua embotellada es, un su origen, agua corriente.
En España, un estudio de la Organización de Consumidores yUsuarios de 2011 determinó que el agua embotellada, estudiando 32 marcas, no
tiene efectos preventivos ni curativos sobre ninguna enfemerdad. Según la OCU,
en España el agua del grifo es "de excelente calidad y está libre de
sustancias contaminantes", aunque "en algunas zonas del agua es muy
dura (por un alto contenido en sales de cal y magnesio)". No obstante, se
destaca que algunas marcas sí favorecen la digestión y reducen los niveles del
colesterol en la sangre, sirven para preparar alimentos infantiles, tienen
propiedades diuréticas y por tanto pueden tener efectos laxantes o facilitan el
trabajo del riñón si son de mineralización débil. En todo caso, la conclusión
es que "lo mejor es el agua del grifo" y "además, de esta
manera, generamos menos residuos y ahorramos dinero".
El último análisis en aparecer es el que han realizado
investigadores del Centro Nacional de Aceleradores de la Universidad de Sevilla,
publicado en la revista Radiation Protection Dosimetry, sobre los niveles de
polonio radioactivo, un isótopo que aparece de forma natural en muy pequeñas
cantidades en el agua, en el suelo y en la atmósfera y que puede originar daños
celulares cuando se acumula en distintas partes del cuerpo. Sus resultados
explican que en el agua embotellada estas concentraciones de polonio oscilan
entre los 0,6 y los 40 milibecquerelios por litro, muy lejos de los niveles que
se consideran peligrosos. No obstante, en el agua de grifo esos niveles son aún
más bajos, de 0,25 mBq/L en el caso del agua de Sevilla. "La diferencia se
debe a que el agua de grifo está tratada y potabilizada", explica uno de
los investigadores, Rafael García Tenorio.
En junio de 2013, el director general de la AsociaciónEspañola de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua a Poblaciones (AGA) y ex
consejero de Castilla y León, José Luis González Vallvé, explicó en un artículo
publicado en la web iagua que en España es uno de los cinco mayores
consumidores per cápita de agua embotellada en todo el mundo, con unas 5.000
millones de botellas anuales. Entre el 5 y el 10 por ciento del total de agua
embotellada se consume en la Administración Pública, por lo que si ésta se
sustituyera por agua del grifo se ahorrarían como mínimo 50 millones de euros
al año. González Vallve también explica que sólo el 13 por ciento del plástico
de las botellas acaba en una planta de tratamiento y que "producir un
vasito de agua embotellada en envase de plástico supone emitir como media 185 g
de CO2 a la atmósfera, como un automóvil recorriendo un kilómetro, frente a los
escasos 0,3 g del modesto vaso de agua del grifo vía jarrita en la mesa".